DIENTE DE LEÓN Editor

Siempre existirán buenas razones para hacer libros.
Y por eso ha brotado Diente de León Editor. Y por demás, buenas razones para aprender siempre a hacer libros libros. Incluso, seguro, podrán ser razones llenas de lugares comunes. Pero qué mejor lugar común que lo baldío, la vera del camino, lo gratuito, la mala hierba…

H.C. Andersen escribiría:
la rama del manzano pudo darse cuenta de que también entre los humanos existen diferencias, exactamente lo mismo que entre las plantas. "Algunas están sólo para adorno, otras sirven para la alimentación, e incluso las hay completamente superfluas", pensó la ramita. (…)

—¡Pobres hierbas descastadas! -exclamó la rama del manzano-. La verdad es que existe una diferencia. ¡Qué desgraciadas deben de sentirse, suponiendo que esas criaturas sean capaces de sentir como nosotras. Naturalmente, es forzoso que haya diferencias; de lo contrario todas seríamos iguales.

Nuestra rama consideró con cierta compasión una especie de flores que crecían en número incontable en campos y baldíos. Nadie las cogía para hacerse un ramo, pues eran demasiado ordinarias. Hasta entre los adoquines crecían: como el último de los hierbajos, asomaban por doquier, y para colmo tenían un nombre de lo mas vulgar: diente de león.

- ¡Pobre planta despreciada! -exclamó la rama del manzano-. Tú no tienes la culpa de ser como eres, tan ordinaria, ni de que te hayan puesto un nombre tan feo. Pero con las plantas ocurre lo que con los hombres: tiene que haber diferencias”.



!Y lo mismo que con los libros!, digo yo.

Es un buen augurio entonces que broten Dientes de León, singulares, que como él mismo, desafíen el concreto y crezcan en cualquier acera, que incomoden, en particular a los que quieren tener un césped perfecto.

Todos sabemos del Diente de León como esa planta simple, alimenticia y curativa. Pero para mayor ilustración, hace parte de los cuatro guerreros nómades de Eleusis: aprendiz de mago alquimista; se ha llegado a considerar como una de las pruebas de la existencia de Dios. Un manuscrito del siglo xiii anota que los magos dicen que si una persona se frotara a si misma con un Diente de León, será bienvenido en todas partes y obtendrá lo que desee. Taraxacum en griego es remedio para los trastornos, pero también purifica la sangre, aperitivo, laxante, cura la anorexia, combate la ceguera nocturna y la obesidad… es comestible; sus hojas más tiernas, que se recolectan al comienzo de la primavera, pueden tomarse en ensalada o hervidas y nos aportan vitamina A, vitamina C y niacina. Más: sus raíces, secadas al sol, son aptas para preparar una infusión de sabor parecido al café y sin los efectos excitantes de éste. Ya ingerido –machacando sus hojas o pasándolas por la licuadora– , el Diente de León actúa como depurativo y diurético y ayuda en la cura y prevención de eccemas, celulitis, vesícula biliar perezosa, insuficiencia hepática. Bastan dos o tres cucharaditas antes de cada comida... ¡Todo esto para enterarnos de cuánto mérito y valor puede tener esta humildísima planta herbácea y vivaz!...

!Todo esto, para decir que los libros de Diente de León procurarán tener las mismas propiedades...

Más lejos, Diente de León es también una vuelta a los recuerdos, a los lugares de las viejas bibliotecas caseras habitadas. Y ya después, trabajadas. Y es justo aquí en donde podemos situar una bella metáfora de Ray Bradbury. Justo ahí se sitúa el corazón de El vino del Diente de León (Del estío).

Se trata de un cúmulo de vivencias experimentadas: La asunción de lo que significa estar realmente vivo, el paso del tiempo, la muerte, la búsqueda de la felicidad... Una ciudad, un campo verde, los amigos, la edad justa y la ausencia de responsabilidades nos conducen a lo mismo que Bradbury atrapa en su metáfora: El hecho de estar vivo y tener todo un mundo que descubrir. Es su esencia, la misma que procuran los libros y su mundo...

En fin, en ella todo gira alrededor del vino del estío, un licor destilado a partir de los Dientes de León y que almacena la esencia del día en que se produjo. Convenientemente almacenado, sirve para traer a la memoria esos instantes que se han ido perdiendo entre los recovecos de la memoria. Como los libros, para ser abiertos en los días tristes…como antídoto o elixir para recuperar no tanto lo que casi hemos perdido, sino lo que aún no hemos hecho.

En verdad, por todo esto, y podría ser por muchísimo más, Diente de León es una deliciosa mala hierba, pero por sobre todo, por su mejor cualidad: la obstinación, que es la misma que nos convoca, en este caso, a publicar esta extraña y profunda y provocadora novela de Simón Jánicas.

1 comentario:

  1. El diente de león es un alimento rico en antioxidantes, vitaminas y puede servir para controlar el estado de animo, controlar la depresión, ademas de tener beneficios en limpiar el cuerpo de impurezas.

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